y partiré en paz.
No sufras por mí, no llores
recuerda que a tu lado
siempre fui feliz.
En silencio
apretamos nuestras manos
poco a poco, las suyas
fueron perdiendo fuerza,
sus ojos
que me miraban fijamente
se fueron apagando
y un manto de bienestar
envolvió todo su cuerpo.
De pronto
sus ojos se abrieron nuevamente,
intentaba verme
me buscaba,
pero supe que ya era imposible
y su mirada se perdió
en la fría habitación.
Aprieta fuerte mi mano
y partiré en paz,
repetía una voz en mi interior.
Apreté su mano por última vez
después besé su rostro ya frío
y sintiéndome roto
le dije adiós
al ser más maravilloso
que jamás he conocido.
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