Aún recuerdo aquel pantalón corto
con el que hice
mi primera comunión,
y tu cara de niña
adornada con rebeldes pecas
mi ilusión por ver tus piernas
mientras saltabas a la comba
y tus inocentes besos
que yo cogía al azar.
Aún recuerdo el corolario
de pasadas primaveras
que obraron el milagro
en tus caderas de mujer,
sin embargo, pasa el tiempo
y nos cambia tanto
que mi foto de ayer
no reconocía a la de hoy.
Aún recuerdo
tu cuerpo de bolero
quemándose junto al mío,
pero es que, de todo comienza
a hacer bastante tiempo.
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